Al ser en Londres, y por el tipo de letra utilizado, en principio Bachibuzuk pensó en la obra de Eine, el serial writer del alfabeto en los cierres de tiendas.
Pero no. A las puertas de la British Library, ayudados de la cámara: el graffitti que ni mancha ni se puede limpiar.
(visto en Londonist y depués rebuscado en el bosque de Flickr).
Las páginas de cómic que el New York Times Magazine publica los domingos. Las de Ware, sin comentarios, pero es que además las de Seth y las de Megan Kelso vienen en pdf vectorial, para ampliar, ampliar y disfrutar en detalle.
(Para acceder a las Building Stories basta ir cambiando la fecha del link...)
Una de carteles polacos de cine (que no de cine polaco), que siempre sienta bien.
Xiaochun es bueno, muy bueno. Y además está de acuerdo con el Bachibuzuk, y con Bill Viola, de lo moderno que es el siglo XV.
Paul Himmel, también colecciona figuritas.
Volviendo a los Simpson, en el anterior post hubo un olvido y no se añadió una última referencia.
El personaje es verde en lugar de amarillo, pero seguro que, si le hubieran dejado llevar la campaña, Bart habría optado por hacer la gamberrada de colgarse desde el puente de Manhattan.
Ha nacido el grafitti suicida. El culpable: Judith Supine.
Para esos cuerpos sudados después de las siestas agostiles.
Ricos polos sevillanos de parte del sueño de una quimera.
La cuenta de flickr de Fantagraphics.
Las trasparencias del Good magazine. Trabajando el discurso gráfico.
Para la próxima vez que vayan a Las Vegas. (según me cuentan el CSI ya encotró un cadáver allí, pero vayamos sin miedo).
Una crítica de cómic... en cómic. (del apabullante Alice in Slumberland de Talbot).
Lo decía Homer al principio de la película y lo recordó alguien con barba al salir de ella:
"¿por qué ir a ver al cine un episodio de algo que normalmente vemos gratis por la tele?". La respuesta a la pregunta: por la publicidad.
La gran campaña de comunicación en torno al estreno de Los Simpson, la película es sin duda lo mejor de este macroepisodio que –por un tiempo– se verá en los cines.
Comunicaciones de todos los tipos y para todos los gustos:
–La familia de piel amarilla ha sabido ocupar con elegancia los espacios publicitarios de la ciudad... y he de decir que los chirimbolos de Madrid nunca se vieron tan bonitos. Tanto, que estamos por pedir que los dejen así.
–También para los dioses –del satélite y de la fertilidad– con polémica incluída. No deja de tener gracia, que por una vez, el escándalo no sea la figura desnuda... y contenta. Señores de Google, por favor, pasen pronto a hacer la foto, todavía no está a la vista. (Aquí tienen el cómo se hizo).
–Publicidades con ojos y bocas, reconocibles en su mínima expresión. Había quien afirmaba que cuando una civilización llega a su madurez, aporta su propia estilización del ser humano... ¿son los de Springfield la nuestra?.
–Y hasta momentos congelados de esa entradilla que nunca nos cansamos de ver.
Todo esto, insisto, como decía Homero Simpson, se puede disfrutar gratis. Es lo que tiene la publicidad...
o El libro por las tapas
