(o cosas que pasaron este verano 1)
Cerrada hace poco más de un mes, la Documenta de Kassel tenía tebeos.
Uno era la obra de Kerry James Marshall que recibía a la entrada del pabellón D (la Neue Galerie). Iba disfrazada de "installation", pero era fácil desenmascararla, se trataba al fin y al cabo de varias páginas de tebeo colgadas a lo largo de un corredor, unas Sunday pages impresas y enmarcadas para la ocasión. Este pintor de los USA más afroamericanos, participaba también con otras piezas etiquetadas de forma menos confusa como "painting", como la espectacular Could This Be love.
Dailies (RYTHM MASTR), El cómic-instalación, no resultaba una obra especialmente original (por cierto ¿cuántas historietas editadas digitalmente castigadas a llevar la comic sans serif?), aunque a decir verdad, el montaje que se presentó en 1999, en la Carnegie International de Pittsburgh, resultaba más atractiva. En esa versión del 99, si bien juega menos con la estructura gráfica, Marshall demuestra que no se maneja mal en el medio; hay algo en esas páginas que me recuerda a Paul Pope.
En realidad, la peor consecuencia de que Marshall considere RYTHM MASTR una instalación, es que no podremos disfrutar de ella en un formato más modesto y popular... (¿alguien ha dicho Cremaster?).
En el mismo pabellón D, Nedko Solakov y sus miedos era otra obra que podía convertirse en una interesantísima edición, y sin duda la acompañaría cierto éxito de público, o eso podría dar a entender la constante cantidad de gente agolpada y entrenida con la lectura de su dibujos .
En el reader que incluye con el proyecto de las revistas para la documenta, encontramos más tebeos. Tenemos al turco Masist Gül y al coreano Young-il Ko, propuestos respectivamente por la revista de Istambul Art-ist y la de Seul Journal BOL. La selección de estas dos obras resulta algo chocante dentro del contexto, y si no fueran elecciones hechas por medios locales, podría parecer que están sólo guiadas por una fascinación por lo exótico.
Los dos autores, el turco y el coreano, por otro lado, no dejan de tener un interés, si bien la sombra de Sacco es clara en Young-il, y espontaneidad de Gül la hemos visto en gente como Gary Panter o un misterioso Josh Bayer (próximamente).
Bajotierra, desconocido, exótico, ¿racial?, ¿alternativo?. A pesar de todo allí había cómic. Encubierto como instalación o curiosidad cultural, relegado al cuarto pabellón... pero allí estaba.
Los límites del mundo de la historieta están relativamente claros mientras que justo lo contrario ocurre con el del llamado Arte Moderno. El espacio que antaño ocupaban las Bellas Artes es ahora un lugar donde las ideas flotan de un medio a otro y donde incluso el soporte físico puede acabar siendo un asunto secundario. A pesar de esta teórica apertura, la inclusión de medios que antiguamente se encontraban fuera de ese área (el de las Bellas Artes), todavía se acepta de manera confusa y arbitraria.
Hablo, como en otras ocasiones, de circuitos y entornos que la mayor parte de las veces permanecen estancos, unas veces por prejuicios o simple desconocimiento, otras por mera comodidad u obvias razones comerciales.
Tengo el convencimiento de que muchos creadores del entorno cómic habrían servido para exponer interesantísimos puntos de vista sobre la gran pregunta de la documenta "¿es la modernidad nuestra nueva tradición?".
Y sin duda nuestras bibliotecas ganarían mucho si algunos descolgaran sus obras para meterlas en hermosos libros.