18/12/06

Torrezno es Madrid, casi (comics extras II)


Simplificando mucho, el último Capitán Torrezno, que cierra todo un ciclo, es un inmenso recopilatorio de extras que complementa aquello que tenemos leído hasta la fecha. –En una genial decisión editorial también incluye con su compra un bello envoltorio físico, que, incorporando todo lo ya publicado, lo convierte en una edición de lujo.

Valenzuela, en un bonito ejercicio de sinceridad narrada, desvela un doble origen del personaje: uno ficticio y otro real, el novelado y el del proceso creativo. Con estas aventuras de juventud, nos muestra hasta qué punto el universo de estos personajes ha sido el propio universo creativo del autor durante mucho tiempo (y no sólo en la saga de Torrezno, basta pasar por El Lado Amargo o Sociedad Limitadísima). Historietas de pocas longitud, que son claramente anteriores a la concepción de Las aventuras del capitán, se acaban incrustando en la lógica de la saga, gracias a nuevas páginas que el autor usa para suturar pasado y futuro.

De nuevo vemos un autor de cómic profundamente animista, alguien capaz de otorgar vida autónoma, alma, a todo un universo creado. Pero a diferencia de Morrison, Valenzuela acomete todas las fases creadoras de su obra en soledad; y si el Santiago narrador-escritor ha sido siempre enorme, el oficio de un narrador-dibujante se va abriendo camino, creando en este ejemplar piezas de una belleza muy personal (ver el entierro definitivo de la idea de comprar un chalet[...]), a la vez que abriendo campos que son terreno exclusivo del cómic (ver el extraño viaje del Capitán Torrezno o sus páginas para el Humo número 4). Volviendo a las definiciones de McCloud, tendríamos un gran animista que poco a poco abarca también las áreas de los clasicistas, los formalistas e por supuesto de los iconoclastas... se puede decir ya que tenemos en Santiago al Autor de cómic completo.

Como autor, decir que Valenzuela es de una desbordante imaginación es ya un tópico. En este volumen, sin embargo, destaca un aspecto paradójico de su obra: lo real que es Valenzuela. Torrezno se nos confirma como alguien de Madrid, o al menos de uno de tantos madriles. Es un viaje delirante que parte de una realidad muy tangible. En las piezas de este magnífico recopilatorio, están el Denver, el bar Sidi, el Palentino, los bares de taxistas en Legazpi, las periferias de bloque y descampado. Es cierto que es un Madrid extraño, en el que un giro de esquina nos puede llevar a un sotoportego veneciano, o a un bar de Vigo... Valenzuela al fin y al cabo hace como muchos grandes artistas, se apropia de lo cotidiano y lo convierte en oro.

Ese peculiar universo madrileño queda reafirmado en la historia que sirve de hilo conector a todas las piezas. Y, sobre todo, ahí está su gran toma final, que acaba en una enorme viñeta a toda página, una secuencia que tiene mucho de gran final cinematográfico (vienen a la mente El planeta de los Simios, En Busca del Arca Perdida...). Nos revela la plenitud de un Madrid víctima de una gran destrución, mayor que la que ya se narraba en el flashback del primer tomo.

Un travelling que acaba con una vista aérea del Madrid de Torrezno. Maravillas de medio, el cómic nos permite detener la imagen y leerla. Lo justo para descubrir, a medida que nos acercamos al sur, que el Madrid de Torrezno no es el de nuestra realidad... ¿o quizás sí?, porque seguramente para un torrezno que viva en el cráter de Malasaña, mucho más allá del Manzanares bien podrían haber puertos deportivos o templetes renacentistas.

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